sábado, septiembre 16, 2006

Fin de la Crisis que Amenazaba la Seguridad Nacional de Austria

Ha pasado el peligro, lo ha dicho el presidente/primer ministro/rey/tirano/asamblea de ancianos/lo_que_sea de Austria ha dicho en la tele: “Alex ha comprado papel higiénico, ya no hay nada que temer, la situación vuelve a la normalidad”. Perfecto, ya me siento seguro sabiendo que tengo diez esponjosos rollos de blanco papel que garantizarán mi comodidad durante al menos una semana. Ha sido una semana bastante intensa, además de mi curso de alemán he tenido que resolver otras cuestiones. Para empezar, el número de tarjetas y demás documentos oficiales que he conseguido en estas dos semanas empieza a poner en peligro la integridad de mi cartera. Tengo mi tarjeta de estudiante, el justificante de que estoy viviendo en Viena, la tarjeta de crédito (¡ya tengo cuenta en un banco austriaco!), el bonobús mágico (que me permite coger cualquier medio de transporte urbano de la ciudad por el módico precio de 27€ al mes), un carné del ESN (que no sé que utilidad podré darle) y otra tarjeta más extraña aún (que creo que sólo sirve para entrar gratis a una discoteca de Erasmus) y una tarjeta de teléfono de esas de 5 € - 5 horas (que está bien, pero no tanto como parece). Obviamente todo esto me ha acarreado un papeleo bastante importante, he estado todo el rato yendo de un lado a otro, pero bueno, parece que de momento está todo solucionado.

Eso por un lado, por otro, ha ocurrido algo que era inevitable, cuestión de tiempo vamos. Me he quedado sin ropa limpia, así que he tenido que poner una lavadora (sí, es tan duro como suena) yo solito (vale, yo solo no, me echaron una mano, pero da igual). Pues bien, ahora tengo una camiseta rosa y unos calcetines a juego, pero tampoco pasa nada porque mi estilista me ha informado de que es un color divino para este año, que está muy de moda, así que yo me lo sigo poniendo. Se dice por ahí que soy un poco inútil, que siempre hay que lavar la ropa con agua fría, vale, parece muy fácil de decir, pero el problema es que mi lavadora está en alemán, así que me diréis dónde pongo la palanquita del programa. Imagino que la foto adjunta dejará claro que no es nada fácil poner una lavadora en Austria, y que no hay ningún símbolo internacional para el agua fría.

Otra cuestión que también he tenido que mirar bastante esta semana ha sido el tema de las asignaturas y del proyecto. He seguido rebuscando por la página de la universidad y he encontrado una configuración probablemente definitiva de mis asignaturas, tendré cuatro el primer cuatrimestre (una de ellas en alemán, ¡jo!) y cinco en el segundo cuatrimestre (¡cuatro de ellas en alemán!) además del proyecto claro. He hablado con mi consejera aquí y creo que va a ser ella mi directora de proyecto, aún está todo por decidir pero parece que tratará sobre temas de coordinación de grupos de trabajo, e-learning y CSCW (estoy deseando leer la opinión de Nacho sobre esto, ¡vamos, sin piedad!). La idea es tirarme el primer semestre leyendo artículos y libros que me hagan falta y en el segundo semestre hacer los experimentos que me hagan falta y comenzar a escribir el infumable mamotreto que más tarde tendré que defender aquí (no sé en qué idioma, pero me temo lo peor). Además una vez que el tema esté decidido tendré que buscarme un profesor en Murcia para que me lo codirija, acepto sugerencias, ¿quién será el afortunado que tendrá el placer de sumergirse en tan apasionantes temas?

Pues más o menos esa ha sido mi semana, con bastante movimiento, y además una última sorpresa: ¡ayer salí a correr por el Prater! Es el comienzo de una brillante carrera deportiva (vale, no fue ni media hora, pero por algo se empieza). Por cierto por toda la ciudad hay carteles en los que pone “TOTO”, sé que Jose necesita una foto urgentemente, por eso me he cargado de valor y he vencido la enorme vergüenza que me producía que me vieran fotografiar la puerta de un estanco.

Hasta pronto.

viernes, septiembre 08, 2006

¿De dónde ha conocido gente nuestro amigo Alex?

Vale, he decidido hacerlo, esta entrada la iré actualizando según vaya conociendo gente (por conocer entiendo que haya cruzado un par de frases con ellos, aunque no recuerde sus nombres, que es lo más común).

Por 25 pesetas, lugares de procedencia de gente a la que ha conocido Alex:

Francia
Colombia
Turco-rumana
Holanda
España
Sudan
Suecia
Italia
Irlanda
Eslovaquia
Ucrania
Macedonia
Alemania
Dinamarca
Noruega
Omán
Bolivia
Georgia
Tíbet
India
Australia
Cataluña

¡¡Talán!!
¡¡Talán!!
¡¡Talán!!

Escuchemos la voz de los Tacañones...

...Cataluña AÚN no es una nación.

Ohh! Ha sido un terrible error, pero bueno, esperemos que la próxima vez no lo volvamos a cometer (a no ser que conozca a ningún vasco).

Bueno, en total han sido 21 respuestas válidas, a 25 pesetas cada una, son ¡525 pesetas!

La próxima vez seguro que nos llega para el apartamento en multipropiedad en Innsbruck.

Hasta pronto.

Primera semana en Viena

Desde la última vez que recibisteis noticias mías he explorado bastante todo esto y más o menos me consigo mover con soltura (dentro de mi ya asumida torpeza natural, por supuesto) a pie y en transporte público. Mi residencia está bastante alejada del centro de la ciudad, a unos 45 minutos a pie y unos 20 en U-Bahn (el metro vamos). Viena sufre de una clara sobredosis de transportes urbanos, entre metros, tranvías, trenes urbanos y autobuses (por no hablar de los taxis o de los coches de caballos) existe la posibilidad de alcanzar prácticamente cualquier punto de la ciudad en relativamente poco tiempo.

Molkereistraβe 1 es más parecido a un hotel que a una residencia, cada uno hace la vida en su apartamento y no es demasiado fácil relacionarse con el resto. La única posibilidad es encontrarse con la gente en el hall de entrada, y aún en esos momentos, lo más común es cruzar únicamente un par de saludos porque por la pinta no es fácil saber qué idioma hablará el sujeto en cuestión (excepto yo, que por algún motivo mucha gente opina que tengo aspecto de español).

Los barrios exteriores de Viena (por ejemplo el lugar en que vivo), son sitios muy tranquilos, en los que las tiendas cierran a las 6 ó 7 de la tarde, ¡qué temprano!, sí, vale, cierran pronto, pero la verdad es que abren a las 7 y media de la mañana así que imagino que se les puede perdonar (en cualquier caso dudo que yo vaya algún día a comprar nada a un supermercado a horas tan indecentes). El centro de la ciudad no es tan tranquilo, está lleno de turistas a todas horas ansiosos por echar fotos a todos los edificios grandes y viejos (y hay muchos) y por gastar su dinero en recuerdos absurdos (por cierto, he visto en una tienda una camiseta chulísima que algún día pasaré a comprarme, probablemente cuando lleve puesta mi última camiseta limpia). Hay una actividad tremenda y hay que ir con cuidado para esquivar a los turistas que vienen en dirección contraria (me siento como un salmón que quiera desovar, es una sensación interesante). La verdad es que no me he dedicado a hacer turismo, porque tengo una caótica mente que me lleva a pensar lo siguiente: Voy a estar aquí 10 meses, para qué tengo que salir la primera semana a hacer fotos como un descosido a todo lo que veo. Vale, parece lógico, el problema es que imagino que llegará julio y me daré cuenta de que no tengo ni una foto de la catedral, bueno, es un riesgo que estoy dispuesto a correr (de todas formas ahí tenéis una foto del ayuntamiento, para que veáis que os cuido un montón). Aún así procuro llevar la cámara de fotos encima cuando salgo a la ciudad, porque nunca se sabe lo que podré encontrar digno de fotografiar. Por ejemplo, el otro día paseando por Karlplatz encontré una exposición de osos coleguillas unidos (www.united-buddy-bears.com), que parece una cursilada, pero la verdad es que están chulísimos. Son 137 osos dispuestos en círculo, cada uno ha sido pintado de modo que refleje el modo de vida del país o que lo represente de algún modo, por un artista de cada nación (no, Cataluña no está). La mayoría son preciosos, pero me han llamado tres la atención: el de España, por que no me gusta; el de Cuba, porque exporta su principal producto estupendamente; y el de Corea del Sur, porque posiblemente ese oso haya sido lo único que haya salido de sus fronteras en los últimos 50 años.

Estos primeros días he tenido que hacer bastante papeleo. He tenido que ir a las oficinas del ÖAD a firmar el contrato y a que me dieran un papel para registrarme en las oficinas del Meldeservice Zentrale Auskunft (mi sentido de la orientación no ha mejorado desde que estoy aquí, sí, me perdí). Fui a un encuentro organizado por el ESN, y me dieron un carné de la asociación de estudiantes Erasmus y una tarjeta de teléfono de una compañía austriaca (equivalente a Amena, barata y con una cobertura no demasiado buena). Ya tengo una cuenta abierta en un banco de aquí, en el mismo banco en el que tengo que pagar el alquiler cada mes (y ya he hecho). También he ido a la oficina para estudiantes de intercambio de mi universidad y ya me han firmado la confirmación de llegada. También he pagado la tarjeta de estudiantes, que tardarán cosa de una semana en entregarme. Además parece ser que en mi residencia las lavadoras funcionan mediante una tarjeta monedero que, para variar, he tenido que comprar. Por lo menos esta tarjeta me servirá para pagar fotocopias y ese tipo de cosas. Dejando aparte el hecho de que aquí se pague por casi todo, la cantidad de papeles que hay que mover es bastante seria (por cierto, hablando de papeles, ¿sabéis que en mi residencia me racionan el papel higiénico? Sí un rollo por semana, tengo que tener mucho cuidado con lo que como).

Por lo demás bien, he conocido a un montón de gente de muchos sitios diferentes, creo que voy a hacer una lista para apuntar las nacionalidades, porque imagino que puede ser una cosa bastante espectacular. La iré actualizando según conozca gente. De momento me estoy moviendo sobre todo con la gente de la Universität Wien (los de letras) porque los de la TU no organizan nada hasta octubre. Pero aquí las cosas son muy diferentes a España, la gente queda para salir por la noche a las 7 de la tarde o así (todos los encuentros Erasmus a los que he ido de momento han sido a esa hora), se toman algo y a eso de las 11 en casa. Los del ESN reúnen a los Erasmus en un bar como los que hay por casa, de estar de pie y con la música fuerte (pero sin nada de humo), pues bien, el otro día estuvimos en el primer encuentro allí y después de un rato allí, miro la hora y eran las 9 de la noche, y parecían las 4 de la madrugada. Pero claro, a eso de las 11 nos fuimos a casa porque nos levantamos todos los días a eso de las 7, y claro hay que acostarse a una hora razonable.

Me estoy adaptando bastante bien a la extraña situación de hablar otro idioma. Hablo muy poco español, normalmente me dirijo a la gente en alemán, y casi todo el tiempo hablo en este idioma (conozco muy poco vocabulario, pero lo que sé lo uso con una fluidez sorprendente para llevar aquí una semana), aunque a veces hablemos en inglés, todo depende de con quién esté y qué idiomas hablen.

Bueno, por ahora nada más, no veáis lo complicado que me ha resultado encontrar un rato para escribir esto, así que no os impacientéis, porque en cuanto tenga algo que contar y haga hueco os cuento.

Por cierto, hoy a la hora de comer, hemos estado en un bar en el que habían instalado unos dispositivos que eliminaban completamente el aburrimiento durante la satisfacción de ciertas necesidades fisiológicas (que no por inoportunas pueden dejar de atenderse). Cuando vaya a casa, os enseñare un vídeo que grabé con una demostración de su utilidad. Espero que alguien tome nota e importe este invento a España, que seguro que se hace de oro. Cláramente es el invento más importante después de la electricidad y muy por delante de los ordenadores.

Hasta luego.

sábado, septiembre 02, 2006

En el supermercado revelan fotos

Antes de hablar de lo que pasa aquí, en casa de la vaca de Milka, hablemos de lo que pasó allí en la ciudad alfarera. Y es que aunque esto se habría merecido un artículo aparte, no he podido escribir antes, así que ahora aprovecho y lo comento. Menuda fiesta de despedida más emotiva me organizaron mis amigos de Totana (o Sotana, como insiste mi amigo Microsoft Word en corregirme), con bandera gigante austriaca, colores nacionales para las velitas, en definitiva una ambientación bastante interesante (sólo se echaban en falta a los tiroleses). Estuvo genial, ¡cuánto me queréis! Vale, ahora sí podéis venir a verme cuando queráis. Aquí os dejo una foto del grupito que nos juntamos (falta María del Mar que se tuvo que marchar pronto).

Y ahora un salto temporal como en las películas. La pantalla se funde en negro y aparece un calendario de esos antiguos, de un día por hoja, y se ve cómo van cayendo las hojas, bueno, sólo caen dos hojas, pero si hubiera presupuesto tendrían que haber caído muchas más para que el efecto quedara más impresionante. ¡Sólo es un salto de 2 días!, no puedo hacer mucho más con tan poco material.

Vale, ya estoy en Viena, de eso no hay duda, eso o de pronto he olvidado todo el castellano que sabía (que tampoco era demasiado). Pero bueno, empecemos a contar las cosas por el principio. Ayer día 1 de septiembre cogí mi primer vuelo a Berlín a las 9.30 de la mañana (salió unos minutos más tarde) y llegué allí a las 12.30, en torno a 2 horas y 40 minutos de vuelo. Por cierto que en el avión hojeando (obviamente no leyendo) una revista en alemán, vi un artículo de un tipo que hablaba del fenómeno de la siesta y los españoles, no entendí demasiado bien lo que decía, así que no sé si nos defendía o nos atacaba, pero la caricatura que acompañaba al artículo era de lo más típica: un español con bigote y sombrero mejicano, tumbado en una hamaca, roncando a pleno sol y junto a él un plato con restos de comida y una botella de sangría vacía. Esperé en el aeropuerto hasta las 15.05 hora en que salía el enlace a Viena, donde llegaría una hora más tarde (desgraciadamente la realidad es más cruel y hubo un retraso de media hora, tampoco es tan malo). Tras recoger mis maletas (que por cierto fueron vilmente mutiladas por el cuidadoso personal de equipaje de alguno de los aeropuertos, probablemente los tres) cogí un tren que me dejó en la estación Wien Nord, junto al gigantesco parque del Prater, cerca de mi casa. Desde allí un tranvía me llevó a la calle donde estaba mi edificio. En la puerta me esperaba un muchacho austriaco con el que había quedado para darme la llave de mi habitación (por culpa del retraso llegué media hora tarde, pero bueno, soy español, y todo el mundo sabe que los españoles siempre llegamos tarde a todos sitios, es parte de nuestra cultura). Total que me veo a las seis y cuarto en una apartamento en Viena sin comida, obviamente la prioridad era conseguir víveres para no tener que alimentarme todo el fin de semana de McDonalds. Detrás de casa hay un supermercado probablemente barato en el que he hecho mi primera compra austriaca. He intentado comprar un poco de todo, para que me dure el fin de semana y estirar lo máximo los primeros días de la que viene. Menos mal que sé cómo se calienta el contenido de un bote, porque las instrucciones vienen en alemán, pero tengo miedo con respecto al sobre de puré de patatas, ahí sí que tendré problemas, es alta cocina. Nota mental: no olvidar llevar mis propias bolsas al supermercado la próxima vez que vaya si no quiero que me cobren (de nuevo) 25 céntimos por cada una (¡duele mucho!).

Durante el mes de septiembre vivo en una habitación en piso compartido en Molkereistraβe 1. Un edificio bastante grande y moderno, con apartamentos bastante espaciosos y muy completos (y caros). La cocina está integrada con la sala de estar y está totalmente equipada (incluso tiene microondas, ¡tiembla Dieta Saludable!). Hay un cuarto de baño por piso (WC + ducha, pero afortunadamente separados) y mi habitación es grande y tengo televisor, radio, teléfono y conexión a Internet gratuitos.

Mi compañero de piso es un chaval español, así que por lo menos en casa podré hablar castellano. El edificio está a cinco minutos del Prater y la noria (que parece que es un sitio peligroso por la noche), el barrio es tranquilo (donde ‘tranquilo’ se puede leer como ‘muerto’) y hay un montón de chicas cariñosas (por un precio, claro).

Hoy me voy a dedicar a explorar el centro de la ciudad, a ver si encuentro el camino para que el lunes pueda llegar sin perderme a clase de alemán. Imagino que tendrá bastante más vida que esto.

Por cierto, tenéis razón, el título no tiene nada que ver con el artículo, pero es cierto, en el supermercado al que fui a comprar, revelaban fotos por 8 céntimos. Fotos en los supermercados, uno de los grandes logros de esta civilización.

Hasta pronto.