La nieve está blandita
El relativamente indoloro proceso de integración con los austriacos progresa adecuadamente (como las notas del cole cuando éramos chicos). El fin de semana del 9, 10 y 11 de febrero me fui con un grupo de gente de mi cocina a un pueblecito cerca de Salzburg a esquiar. Eran todos austriacos, excepto un muchacho croata, pero vamos fue un curso intensivo de alemán en toda regla. Yo viajé desde Viena con el croata en coche. Me llama el día de antes y me dice que llegará a Pfeilheim (mi residencia) a las siete y media, ¡a las siete y media! Esa es hora de salir a la calle por favor. Bueno, a pesar de todo, hacemos un viaje de cuatro horas (os aseguro que cuatro horas hablando alemán sin parar es bastante estresante), en el que, obviamente nos perdimos y terminamos visitando ¡Alemania! (una frontera preciosa, si se me permite opinar).
El viernes por la tarde lo pasamos comprando comida en el Spar, visitando un poco el pueblecito (visitarlo algo más de un “poco” no era espacialmente posible) y fuimos a las termas. Claramente eso fue lo mejor de todo el fin de semana, piscinitas de agua caliente, sauna de vapor, bueno, una maravilla. Pero, ¡oh, tragedia!, llegó el día siguiente y tocaba esquiar. En ese momento comprendí porqué los españoles no nacen con unos esquís en los pies (a pesar de los obvios inconvenientes para la madre) a diferencia de los austriacos (cuya principal exportación son campeones de esquí). Me tiré todo el día intentando aprender a frenar (éxito moderado) y cambiar de dirección (ejem...) en las pistas donde aprendían los niños de cuatro años. Resultaba realmente patético ver cómo los niñitos que aprendían a esquiar en media hora esquivaban a Alex con toda facilidad, mientras que cuando yo quería esquivar un obstáculo, me limitaba a taparme los ojos con la esperanza de que como lo veía no me lo comería (no funciona siempre). Al final de la jornada, un austriaco me consiguió convencer para subir a una de las pistas más fáciles (aún no sé cómo lo consiguió), ahí estamos, los dos sentados en el telesilla y me dice que cuando nos bajemos gire a la izquierda porque hay una pared. Le recuerdo amablemente entre gritos desesperados que no sé girar, pero demasiado tarde, llegamos al final de la ascensión y comienzo a deslizarme por la nieve dirección al muro. No hay problema, pensé, sólo tenía que frenar, visto que mis habilidades “frenatorias” no estaban demasiado desarrolladas, utilizo la segunda técnica que conocía (tirarme al suelo), funcionó a las mil maravillas. Tras volver a ponerme los esquís, vuelvo a empezar a bajar, pero en esta ocasión lo que había frente a mi era un barranco con árboles, así que volví a utilizar la técnica que tan buenos resultados me había proporcionado. Llegué a la conclusión de que a pesar de que la nieve estaba blandita, era poco probable que llegara al final de la pista con vida, así que esquié utilizando un método nuevo hasta abajo del todo (me quité los esquís y fui a patita, o arrastrando el culo, dependiendo de la pendiente de la montaña).
Ya había dado muchos momentos de gloria al deporte blanco, así que decidí que no era esencial que volviera a ponerme unos esquís en mi vida (sé que mis fans lo lamentarán, pero así es la vida), por tanto quiero aprovechar para anunciar en esta bitácora mi retirada definitiva de los circuitos profesionales, es hora de dejar paso a las nuevas promesas.
El día siguiente lo dediqué a visitar el pueblo (realmente sólo dediqué una hora, no daba para más) y contemplar cómo los niñitos aprendían en media hora a frenar y girar, tras lo cual sus austriacos padres los arrojaban sin piedad por las pistas (con sorprendentes buenos resultados).
Así fue mi viaje de convivencia, en general, aunque la experiencia con el esquí no fue satisfactoria, hago un balance positivo de la excursioncita. Y ahora sigo en Viena trabajando en el proyecto de fin de carrera a ver si me diera tiempo a terminarlo, pero por lo que he oído no va a ser fácil, la gente me dice que normalmente hacen falta 6 meses de dedicación exclusiva, así que imagino que tendré que hablar con mi tutora (si consigo que se acuerde de que existo) para hacer algo más corto (son 30 créditos ETCS, una animalada).
Se acerca la próxima visita, el día 4 de marzo vienen Jose, Fátima y Myriam. Les daré un par de vueltas por aquí, y les enseñaré las maravillas típicas de la ciudad, los puestos de salchichas, los yonkis de Karlplatz y los puestecillos de periódicos que ponen en cada esquina de la ciudad.
Nada, hasta la semana que viene (algunos) o hasta que vuelva a escribir algo (la mayoría). Perdón por las fotos, pero no me llevé la cámara, estas las hizo un muchacho con el móvil, y cuando había poca luz salían muy borrosas.
Hasta luego.
Alex.
Ya había dado muchos momentos de gloria al deporte blanco, así que decidí que no era esencial que volviera a ponerme unos esquís en mi vida (sé que mis fans lo lamentarán, pero así es la vida), por tanto quiero aprovechar para anunciar en esta bitácora mi retirada definitiva de los circuitos profesionales, es hora de dejar paso a las nuevas promesas.
El día siguiente lo dediqué a visitar el pueblo (realmente sólo dediqué una hora, no daba para más) y contemplar cómo los niñitos aprendían en media hora a frenar y girar, tras lo cual sus austriacos padres los arrojaban sin piedad por las pistas (con sorprendentes buenos resultados).
Así fue mi viaje de convivencia, en general, aunque la experiencia con el esquí no fue satisfactoria, hago un balance positivo de la excursioncita. Y ahora sigo en Viena trabajando en el proyecto de fin de carrera a ver si me diera tiempo a terminarlo, pero por lo que he oído no va a ser fácil, la gente me dice que normalmente hacen falta 6 meses de dedicación exclusiva, así que imagino que tendré que hablar con mi tutora (si consigo que se acuerde de que existo) para hacer algo más corto (son 30 créditos ETCS, una animalada).
Se acerca la próxima visita, el día 4 de marzo vienen Jose, Fátima y Myriam. Les daré un par de vueltas por aquí, y les enseñaré las maravillas típicas de la ciudad, los puestos de salchichas, los yonkis de Karlplatz y los puestecillos de periódicos que ponen en cada esquina de la ciudad.
Nada, hasta la semana que viene (algunos) o hasta que vuelva a escribir algo (la mayoría). Perdón por las fotos, pero no me llevé la cámara, estas las hizo un muchacho con el móvil, y cuando había poca luz salían muy borrosas.
Hasta luego.
Alex.

2 Comments:
Vaya esto está más muerto que mi blog o el de grupoaaa...
¿Tenemos mucha vida social?
Animo con tus practicas, a ver si cuando saques algo en claro avisas.
Ciao.
Gordo! ¿estás ya por Murcia?
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